El nieto del “Che Guevara” vive en Oaxaca
Oaxaca, Oaxaca. Julio 29.- Canek Sánchez Guevara abrió al partir de la ciudad de Oaxaca, donde decían que formaba parte del movimiento contra Ulises Ruiz en 2006, un blog en el que relata sus recorridos por Reino Unido, Francia y España; además de arremeter contra el gobierno de Fidel Castro.
El Che Guevara lucha con nosotros. Su nieto vive aquí en Oaxaca y es parte del movimiento, decían ocasionalmente algunos de los jóvenes libertarios que formaban parte del movimiento popular desatado en 2006 contra el gobernador Ulises Ruiz Ortiz. Historias variopintas --sobre todo las que de algún modo alentaban el espíritu a los opositores-- circulaban velozmente al calor de la revuelta. Esa era una de ellas, pero como muchas otras no era del todo cierta.
Lo que sí era verdadero era que uno de los pocos descendientes del guerrillero argentino-cubano había pasado en Oaxaca varios años escribiendo literatura y artículos periodísticos para la revista Cuba Nuestra, organizando actos culturales, residiendo en San Felipe del Agua y editando una revista llamada El Ocio Internacional, entre otras cosas.
Pocos recuerdan que durante los casi seis años que vivió en Oaxaca ostentara la figura de su abuelo. Por el contrario, varios de los que lo conocieron recuerdan que se sentía incómodo al ser visto como “el nieto del Che”.
Ernesto Guevara de la Serna conoció en 1954, en Guatemala, a Hilda Gadea, una activista peruana, con quien se casó el 18 de agosto de 1956 en México, antes de partir a Cuba junto con Fidel Castro a bordo del Granma. Unos meses después de casarse, en febrero de 1956, nació Hilda Beatriz, la única hija que tuvieron el Che e Hilda.
En la década de los 70 la hija del Che Guevara conoció en La Habana a Alberto Sánchez Hernández, joven guerrillero de Monterrey que militaba en la Liga de los Comunistas Armados y que había llegado a la isla después de secuestrar un avión para liberar a varios de sus compañeros encarcelados en la ciudad norteña de México.
En 1974 nació Canek Sánchez Guevara en La Habana, y unos años después, en Monterrey, Camilo, el otro nieto del Che Guevara. De acuerdo con las versiones públicas, ambos son los únicos descendientes que tiene el guerrillero. Hilda Beatriz, la madre de Canek, falleció en 1995 en La Habana. Su padre, Alberto Sánchez, es un intelectual y editor que reside en el centro del país. Camilo, el otro nieto del Che, es un joven veinteañero que vive también en el centro del país.
Sobre la historia que se forjó en las barricadas oaxaqueñas, en torno a que el nieto del Che luchaba al lado de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, lo cierto era que unos meses antes Canek Sánchez había dejado de vivir en la ciudad para irse a Europa, donde reside actualmente, entre Francia y España.
Al comenzar esa travesía en 2005, el joven escritor y editor abrió un blog en internet, al cual tituló: Diario sin motocicleta. Por esos meses, se estrenaba en las pantallas de cine la película Diarios de motocicleta, protagonizada por Gael García y basada en las anotaciones de viaje hechas por el Che, durante un precario recorrido por el sur del continente americano.
“Cuando el capitán anunció que el vuelo duraría 10 horas irremediablemente me pregunté cómo entretendría mi insomnio. Miré a un lado y a otro del pasillo y la sensación de estar en un gallinero pronto dio paso a la opresión del multifamiliar soviético (o para sentirme más tercermundista, de lo que en Cuba llaman solar y en México vecindad). Los delicados tumbos de nuestro avioncito de feria impiden que uno pueda desenchufarse del asiento, desconectarse del cinturón y pasear libremente por esos estrechos pasillos que ahora adquieren tintes de praderas imposibles… Todo huele a Kafka aquí”, anota Canek en su primer escrito, del lunes 30 de mayo de 2005, fecha en la cual dejaba atrás la ciudad de Oaxaca.
El Diario sin motocicleta va de mayo a diciembre de 2005 y en él, el nieto del Che relata sus recorridos por Reino Unido, Francia y España. Opina, entre otras cosas, de ciudades como Londres (“he descubierto que a los nativos no les gusta establecer contacto visual con otros seres humanos”) y de Burdeos (“la primera impresión que me produjo fue de un escenario de Playmovil o Lego”). Habla de Madonna, del hip hop de los Beastie Boys, de Los Puentes de Madisson, de la novela American Psycho.
Después de conocer la plaza de alguna ciudad francesa cuenta: “Para quienes estamos acostumbrados a lidiar con el perpetuo desmadre, con el desorden cotidiano, esto parece una expresión light de la ciudad —una ciudad de feria, con freaks de carpa y carritos chocones que nunca chocan... (Vamos, la vida en el pequeño pueblo en el que vivo allá en México es de lo más tranquila y amable, pero me parece de todas formas un tanto azarosa... Aquí el azar parece haberse ido de vacaciones —quizás a México, huyendo, precisamente, de tanto pinche orden)”.
Sus abiertas críticas al gobierno de Fidel Castro —conocidas hace unos años después de que escribió una carta para una revista— son habituales en el Diario sin motocicleta. El martes 28 de junio, Canek escribe: “Ayer recibí un correo de una argentina que asegura ser comunista y me escribe para hacerme saber que no merezco mi apellido, pues ‘el Che murió peleando junto a Fidel’. No pude (no quise) reprimirme y le respondí que era una estúpida ignorante porque el Che no murió luchando junto a Fidel, y la prueba de ello es que este último está bien vivo y es bien absoluto, mientras el otro está absolutamente muerto.
“Si en Cuba escuché a un montón de cubanos asegurar que todo lo que viene del capitalismo es una maravilla, fuera de la isla me he topado con demasiados idiotas de signo opuesto y que sin saber de qué coño hablan, aseguran que todo en Cuba es fantástico. Como dije antes, soy radical y por eso mismo las posturas radicales (las apariencias de radicalismo) simple y llanamente me provocan bostezos. La tipa cierra su correo recitando aquello de Hasta la victoria siempre, y no puedo evitar pensar que el mundo está lleno de pendejos que creen que por repetir unas cuantas consignas guevaristas son como mi comandante Guevara.
“La argentina asegura que le doy asco porque ella sí es comunista y no tolera críticas a Fidel Castro, paladín (piensa ella) del comunismo... Yo, por mi parte, no la soporto como no soporto a los fidelistas que viven lejos de Fidel: me parecen todos cobardes. Si Cuba y Fidel le parecen lo más grandioso que se vaya a vivir a Cuba (yo viví en la isla 10 años y lo hice por voluntad propia, nadie me obligó a ello —y a eso, en Cuba, se le llama ser comemierda). Si de verdad adora el ‘comunismo’ (es decir, si de verdad cree que el sistema cubano lo es) pues que vaya a comer de la libreta y a vivir sin internet, así al menos no podrá escribir cartitas bobas dándose golpecitos en el pecho.
“Pero como de verdad creo en la libertad de expresión, me limito a ejercerla (a decirle estúpida e ignorante) y en verdad no le deseo los males antes descritos (vivir en Cuba, y todo eso), porque estoy seguro que esa ‘comunista’ no aguanta ni 12 meses viviendo en el ‘comunismo’”.
La última parte del diario Canek la dedica a contar un viaje a Oviedo, para reencontrarse con un viejo amigo cubano. A la par de relatar sus paseos por la ciudad, el nieto del Che recuerda algunas anécdotas de su estancia en la isla, donde nació en 1974 y vivió de manera intercalada con Italia, España y México.
“Muchas de las películas y novelas que admiro en el terreno de la ficción totalitaria, de la farsa absoluta, de la prisión total, tuve el honor de descubrírmelas en Cuba. También aprendí a bisnear en la patria socialista, aprendí a moverme entre las diversas clases sociales que no había en Cuba y aprendí también que la moral no tiene que ver ni con las moras ni con la Iglesia, sino con el Partido y la Juventud. En Cuba comprendí que el derecho a huelga es una aberración pequeñoburguesa (así como la autonomía universitaria y toda forma de autogestión) y que los buenos periodistas no requieren ser censurados: saben de antemano qué conviene escribir y qué no. Pero elaborar un catálogo de contradicciones cubanas es un trabajo tan exhaustivo como inútil (lo mismo es válido para cualquier otro sistema), pues las ideas que pretenden justificar un estado de las cosas tarde o temprano acaban por contradecirse en la realidad práctica —toda teoría se supedita a la infalibilidad de lo real”.
En otro pasaje del diario recuerda un viaje emprendido a la provincia de Guantánamo cuando tenía 15 años, junto con sus amigos Dante y Gualber. “El viaje de ida fue ‘normal’: el autobús hasta Santiago --doce horitas-- y después dos o tres horas de pie en un interprovincial de segunda o tercera o cuarta hasta la capital guantanamera. Nuestro plan era subir a la sierra y recorrer en balsa todo el río Toa hasta su desembocadura”.
Al llegar a la alejada provincia de Cuba, el trío comenzó a llamar la atención de pobladores quienes les gritaban maricones. “Yo era un friki. Vestía de negro, ropa entallada, caminaba encorvado dando ligeros saltitos pa mover la mata, y sólo escuchaba a Metallica en aquel entonces...”
Al poco tiempo, relata en su diario, “los policías, ni tardos ni perezosos nos piden los papeles y acto seguido, que los acompañemos a la estación. Y allá vamos, otro kilómetro a pie y con las mochilas encima, pues los hijoeputas de los azules se negaron a llevarnos a bordo de la patrulla (vaya, ni nuestros bultos llevaron). Cuando en la estación de policía desmantelaron nuestros paquetes y descubrieron la balsa, los remos, la cámara fotográfica, el telescopio, los machetes, los mapas y mi cuchillo de montaña; cuando vieron lo que cargábamos, decía, se alucinaron inmediatamente con que éramos espías y que pensábamos infiltrarnos en la base de las Fuerzas Armadas Revolucionarias para luego cruzar la bahía en balsa e ingresar ilegalmente a la base que el ejército imperialista yanqui posee en Guantánamo... Nos pusimos a temblar, claro, porque eso se llama traición a la Patria y allá te fusilan por ‘eso’. Al fin, nuestras amigas llegaron a su casa y los vecinos les contaron de nuestro infortunio, así que llamaron a su tío, quien tenía un cargo importante en la Seguridad del Estado a nivel provincial y el tipo nos sacó de ahí, no sin advertirnos que la cosa no está pa balsitas aquí”.
La última anotación que hay en el diario es del martes 13 de diciembre de 2005, en la cual recuerda que cuando era adolescente iba a los campos de cultivo a trabajar como parte de su formación en Cuba.
“Y así termina este largo día invernal, ya bien entrada la noche. El termómetro ha caído hasta los siete bajo cero aunque yo he pasado la jornada allá en el trópico, recordando y escribiendo, escribiendo y recordando. ¿El frío? No importa, ya entré en calor. Ahora sólo me resta dormir con la esperanza de que nunca más me caiga una bota en la cara...” (Retomado del periódico Milenio)
miércoles, 30 de julio de 2008
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