Angel
Mario Ksheratto
De
cómo EPN, desquició una ciudad
En
medio de la olla de presión en que se convirtió Tuxtla Gutiérrez, el gentío
rebotaba de un lado a otro. El centro de la ciudad, sitiado por hombres y
mujeres de chalecos rojos que daban órdenes y contraórdenes; el tráfico, ni se
diga. Obligó a los taxistas a no llevar pasajeros al centro y los que lo
hacían, hicieron su agosto en pleno junio: hasta 60 pesos la corrida al centro,
argumentando el retraso.
Desde
la 4ª Oriente hasta la 3ª Poniente, la avenida se atiborró de carros de todo
tipo y tonelaje. De todos brotaban cajas con sombrillas, tamales, tortas,
refrescos, playeras, mandiles. El hervidero de gente en torno a éstos,
dificultaba el paso. Imposible avanzar con normalidad. Los restaurantes de la
zona, repletos de políticos generosos que invitaban a diestra y siniestra el
cafecito, los desayunos. Más espléndidos, los candidatos que a toda costa
buscaban los reflectores. No querían quedar como miserables.
Las
medidas de seguridad para ingresar hasta cerca del templete donde Enrique Peña
Nieto daría un discurso, excesivas. A veces, abusivas.
—Somos
del Estado Mayor Presidencial —explicó un mozalbete que, amable pero firme,
negó el paso a un grupo de chamacos que cargaban pitos y tambores para dar
rumba al ambiente.
Entre
el gentío, una treintena de hombres y mujeres con pancartas contra el director
del CECyTECH, Roberto David Vásquez Solís, luchaba por atraer la atención de
los asistentes al mega-mitin. Se quejaron de despido injustificado. No es la
primera vez que el acusado, abusa de su encargo. Tampoco es la primera vez que
despotrica en contra de las autoridades del estado, incluyendo al propio
gobernador. Nadie se explica cómo y por qué, sigue en el cargo, aún cuando de
todos es sabido que es el orquestador de campañas sucias y personales en contra
del mandatario.
Niños
que apenas dan sus primeros pasos, saltan a la vista; lloran, berrean, exigen
agua. Conseguirla no parece difícil, pero se corre el riesgo de ser pisoteado
por la multitud que casi se mata entre sí por una triste botella que al final
del evento, quedará como alfombra del desierto en que se ha convertido el
parque central de Tuxtla, desde que decidieron cometer el más vergonzante
ecocidio, dejándole sin árboles.
—¡Me
vale madres si no me dan torta! —grita furiosa una mujer que no alcanzó el
preciado pan con jamón, frijoles y una yema de huevo. “Total, me voy para el
PRD”, amenaza, lo que arranca carcajadas de unos chavales que también se
disputaban el manjar proselitista.
Desorden
a ratos, imposición extraña en otros. Apenas la animadora anuncia la llegada
del candidato, los espacios vacíos en la inmensa plancha de concreto, se llenan
como por arte de magia. ¿De dónde salió tanta gente? ¡Quién sabe! Lo cierto es
que para cuando Peña Nieto y Manuel Velasco Coello llegaron a la tarima, era
imposible respirar… Menos moverse a otro lado.
La
ciudad, enloqueció; llegar a la zona norte se volvió una aventura de
adivinanza. Los autos, tras la partida de los candidatos, avanzaban tan
lentamente que muchos prefirieron rodear toda la ciudad. Era más rápido y aún
así, los atascones eran frecuentes. Para el colmo, las obras públicas que nunca
parecen terminar.
Tarjetero
***Chiapas
es y ha sido siempre, un estado de gente culta, de gente que privilegia el arte
por sobre cualquier bodrio. Pero resulta que de pronto, el Congreso del Estado
decide “premiar” al que dicen, es el escritor de una de las telenovelas más
ridículas, chocarrera, oscurantista, mediocre y de mala calidad. Nos parece una
burla, una bajeza inaceptable que el Congreso lleve al nivel más ínfimo la
cultura de los chiapanecos al otorgar premio, galardón, medalla o lo que sea, a
un esperpento que no merece sino, el basurero donde lo naco, puede ser hasta
supremo. Lo que nos da vergüenza es que el Congreso, no solo está burlándose de
los chiapanecos, sino que nos está demostrando su nivel cultural, su pobreza
moral, su insensatez y su extremada brutalidad. Hay tantos y tantos escritores,
poetas, escultores, pintores, mucha gente dedicada al arte que enaltece
nuestros valores y que nos han dado verdadera gloria a quienes ni siquiera
voltean a ver. ¡Ah! Pero como es una telenovela grotesca y barata, ahí sí, se
vuelcan en elogios. Por el bien de nuestra cultura, por el bien de la memoria
de nuestro pueblo, ese premio o lo que sea, no debería entregarse. No nos
avergüencen, no nos pongan en ridículo. Ya solo falta que pongan en el muro del
la Sala del Pleno, en letras de oro, los nombres de Paty Chapoy, Yordi Rosado y
Pepillo Origel. ¡Son capaces! Mejor no les doy más ideas. “La Rosa de
Guadalupe”, ¡por favor! ¡¿Cuál es el aporte cultural que nos deja ese churro?!
*** Hay una triste historia de corrupción y despojo que no puede quedar fuera.
Karina Limón Padilla, quedó huérfana de padre y madre. Tras la muerte de su
padre, cuando ella era una niña, su madre se unió a Gabriel Trujillo Reyes
quien, a la muerte de la madre de Karina, abandonó a ésta y al hijo que procreo
con la difunta. No solo eso: la despojó de un rancho que la madre le había
dejado de herencia. Chulo hombre. Abandona a sus hijos, los despoja y ahora,
pretende vender la propiedad, gracias a la corrupción de jueces y magistrados,
quienes sin duda, recibieron su buena parte. Ya le tendré a detalle la
historia. Es muy triste de verdad, indignante. ¿Hasta cuándo habrá justicia?
*** Luego nos leemos.
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