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lunes, 2 de junio de 2008

Historia

Una traición política en Huixtla, hace 50 años

Hace más de 50 años, esta ciudad quedó marcada por un proceso electoral en donde uno de los descendientes de los fundadores del “Nuevo Huixtla”, Don Enrique Soto y Paz, sufrió la embestida de fuereños que buscaron llegar a la alcaldía.
A pesar de toda la conspiración que se gestó, esa clase política no logró su objetivo, pues en 2 ocasiones el Congreso Local nombró a interinos, y el personaje ilustre se dedicó a su profesión, al rechazar la propuesta de ocupar un cargo en la administración estatal.
A semanas de que inicie formalmente el proceso electoral para renovar la alcaldía de Huixtla, presentamos este episodio que se vivió por los años ’50, dentro de estos 9 meses que llevamos difundiendo nuestra historia.
El entonces Gobernador, General Francisco Grajales, llamó una noche a Don Enrique Soto y Paz. Se encontraba en la casa del diputado local Galación Camas Narcia --y quien había ganado con el apoyo de Soto y Paz--, en donde le ofrecieron la candidatura por el Partido Revolucionario Institucional para la alcaldía.
En el libro que editó sobre su investigación de la historia de esta ciudad, explica: “Me indicó que me necesitaba porque tenía problemas con Víctor Martínez y Horacio Arguello Avendaño, quienes por su desmedida ambición política por la presidencia municipal de Huixtla, estaban dividiendo al grajalismo, lo cual de ninguna manera permitiría (el Gobernador), indicándoles que no tenía preferencia por ninguno de los dos…
…sugiriéndoles que formaran una planilla de coalición en que figurara uno de ellos como presidente y el otro como regidor primero, pues de lo contrario, si no se ponían de acuerdo, lo más probable era que el partido designe un candidato de unidad.
Esperaré hasta mañana la decisión de estos señores, me dijo, y si no se ponen de acuerdo, he pensado que la solución seria usted señor Licenciado”.
La respuesta de Don Enrique fue de declinar a involucrarse en ese asunto, pero Grajales le contestó que lo consultara con la almohada, porque su decisión estaba tomada.
Como Martínez y Arguello Avendaño, no llegaron a ningún acuerdo, antes de partir a Tapachula, a la mesa redonda sobre el café, el General llamó a los aspirantes, así como a Galación Camas y Felipe Pagola Reyes, el último dirigente estatal de la CTM --que eran los patrocinadores de Horacio--, a quienes les leyó la cartilla en forma terminante que se unieran en torno a la candidatura de unidad del PRI a la presidencia municipal de Huixtla y que no perdonaría traiciones, les dijo el Gobernador en turno.
“…Cabisbajos, tristes y a regaña dientes, los presuntos traidores Arguello Avendaño, Galación Camas y Pagola Reyes, en presencia del jefe me ofrecieron su incondicional apoyo”, explica en su libro.
Pero, meses antes del plebiscito convocado por el entonces partido en el poder, Arguello Avendaño y su grupo rompieron el pacto de unidad a que se comprometieron y se decía candidato de la CTM.
“Por lo tanto, no es cierto, como equivocadamente dice Héctor Urbieta Rincón en su libro Huixtla de mis recuerdos, que el candidato popular en esa contienda electoral (1949-1950) fuera Arguello Avendaño, porque Horacio de origen comiteco fue el candidato de la gente de afuera, empezando por él mismo, pues fuereños eran Galación Camas Narcía (Chiapa de Corzo), Felipe Pagola Reyes”, entre otros que denuncia Don Enrique Soto y Paz.
Así también a los que llama la “trinca infernale” en donde señala que estaban el Doctor Emilio Grajales, Librado de la Torre Grajales y Manuel Orduño Culebro, que eran de Villa Flores, Chiapa de Corzo y Tonalá, respectivamente, los cuales supuestamente eran financiados por el cacique del “Club Huixtla”, el español Fernando Valledor, para bajar camiones cargados de campesinos de las fincas cafetaleras, “los acarreados para ganar el plebiscito”, sindica en su libro.
Aunque cita que desafortunadamente no llegó a tiempo la gente que movieron desde Villa Comaltitlán y que transportaron por el tren “pollero” .
Sin embargo, hicieron su “alboroto” encabezados por Librado de la Torre Grajales, quien --sin importarle ir en contra de las instrucciones de su tío, el Gobernador-- apoyó a su paisano Galación, a Lacho y a sus seguidores.
El presidente municipal en turno, Don Felipe Casahonda Castillo, entregó la constancia de mayoría a Don Enrique Soto y Paz, pero de la Torre Grajales, Pagola Reyes, Galación y compañía, presionaron al entonces dirigente nacional de la CTM, Don Fidel Velásquez, para que se entregara otra constancia de mayoría a Lacho.
“Inmediatamente, empezó el bombardeo constante de Telegramas a Gobernación y a Fidel Velásquez, diciendo que yo no era de aquí, que era hijo de españoles y que el Gobernador Grajales por capricho, me quería imponer en Huixtla, donde nadie me conocía y muchas cosas más”, cita.
Esto llevó a que el Gobernador Francisco Grajales designara a observadores incógnitos y neutrales para que le informaran sobre el resultado del plebiscito.
Uno de ellos, fue el Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Antonio Vera Guillen, quien llegó con el pretexto de revisar el Juzgado Mixto de Primera Instancia, el otro un representante de la Procuraduría General de Justicia, con el aparente propósito de revisar la Agencia Investigadora del Ministerio Público y un representante del PRI, quienes le informaron que el triunfador había sido para Don Enrique Soto.
“Así es que cuando llegó Librado, muy contento a informarle que había ganado Arguello Avendaño, lo paró en seco, diciéndole que ya le había colmado la paciencia, por lo que, tanto a él como Galación y Orduña Culebro, al estar en contra de su gobierno, prescindiría (como diputados) de sus servicios, llamando a sus suplentes”, asegura.
Pero, por la intervención del Doctor Emilio Grajales, se salvaron los 3 de que los removieran de sus correspondientes curules, y después el Gobernador mandó a llamar a Don Enrique Soto y Paz.
Y esto fue lo que le dijo: “Los informes especiales que tengo son en el sentido de que usted ganó el plebiscito, pero con el enredo que hicieron estos pícaros de un asunto tan claro, por la doble constancia de mayoría, por el acarreo de campesinos de un municipio distinto, y por las acusaciones que me están haciendo, el Congreso nulificará el plebiscito, pero el triunfo a ellos, por la vía del fraude, jamás se les concederá.
Se que el pueblo de Huixtla quiere llevar ese asunto hasta sus últimas consecuencia, proclamándolo triunfador. Como mi amigo que es, le pido serene a su gente, lo que puede hacer, porque tiene ascendencia moral sobre ellos. En mi gobierno, Licenciado, habrá un lugar destacado para usted”.
Pero, el descendiente de los fundadores del Nuevo Huixtla, no aceptó la propuesta y siguió con su profesión.
En esa época, en el ambiente político chiapaneco estaban presentes los hechos sangrientos de Tapachula, que llevaron a la caída del Gobernador Juan Esponda, y quizá por eso el General Grajales tomó esa decisión, por lo cual Soto y Paz tranquilizó a sus seguidores.
Al anularse el plebiscito, el Congreso Local nombró a Leopoldo Farrera Castañón, quien se desempeñaba como Agente Investigador del Ministerio Público y que era popularmente conocido como “el corbatón”, pues a pesar de que había mucho calor, usaba la corbata, pero por la supuesta muerte de un miembro del Sindicato de la Sección VI de la Industria del Café lo tiraron, y los diputados en 1950 designó a Pedro Cancino, Diputado Local por el distrito de Comitán, intimo amigo de Librado de la Torre Grajales.
Los opositores, aseguraban que Don Enrique se había vendido, y por lo tanto, aceptó la nulidad del plebiscito.
“Debe quedar claro que el dinero que gasté en esta contienda electoral, que nunca busqué, pero una vez involucrado en ella, respondí con dignidad y como hombre, fue dinero mío, y que aquí no le pedí prestado a nadie, como es del conocimiento público”, aclara.
Don Enrique Soto y Paz, tenía planeado pavimentar el primer cuadro de la ciudad, arreglar banquetas, instalar arcos luminosos, la construcción de un boulevard desde el puente de ferrocarril hasta la salida a Tapachula que sería de aproximadamente 3 kilómetros.
Así como también bancas y palmeras, construcción de caminos vecinales a los ejidos, combatir el vicio del alcoholismo, establecer en un lugar adecuado la zona de tolerancia lejos del centro de la ciudad y comprar un camión especial de recolector de basura.
Y pareciera que estas siguen siendo demandas de la actualidad, a pesar de que ya han pasado 50 años de lo sucedido.
Al final, Don Enrique Soto y Paz se dedicó a darle educación a sus hijos y la oportunidad de que viajaran por el mundo, con su trabajo de abogado, “aunque sin paz en la contienda”, como termina en su experiencia política.
Huixtla, dejó de ser gobernada por el PRI ante el triunfo de Homero Lopezlena, entonces candidato del PAN, para dar paso a un periodo de 13 años del PAN y posteriormente ser desplazados por el PT, encabezado por Fernando Acosta Rincón. Después de 16 años, el tricolor regresó al poder municipal, con Porfirio Lugardo López. (Investigaciones Especiales/Zona Costa)

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