
“Las Maras” buscan expanderse en Centroamérica
Desde Argentina, Laura Etcharren --socióloga, analista de medios de comunicación y especialista en la problemática de Las Maras-- lanza la advertencia: Hay alerta y hasta emergencia en diferentes países del Continente, incluido México, por la expansión de “Las Maras”.
Y atrás de ellos, podrían estar el crimen organizado que busca apoderarse de las fronteras de los principales países, expone la experta y diferentes organismo preocupados por esta situación.
Un estudio del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indica que en 2004 en 14 municipios de la frontera con Guatemala existía presencia de estas bandas.
Se les observaba, precisa el análisis, en los trenes del ferrocarril, de la desaparecida empresa Chiapas- Mayab, en los hoteles, casas de huéspedes y en los prostíbulos.
Nuestro país no debería permitir la utilización de la problemática migratoria como una herramienta para la manipulación y el control sobre decisiones de índole política y comercial, sentencia el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Se tratan de pandillas juveniles, muy violentas, que en Centroamérica comienzan a surgir en los años ‘80.
El término mara se asocia a marabunta, y constituye en la actualidad una de las mayores plagas para los países centroamericanos, al grado de ser una de las causas de los índices de homicidios más altos en Honduras, El Salvador y Guatemala.
Según datos de fuentes oficiales de esos países, la tasa de asesinatos en alguno de ellos supera los 40 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Los adolescentes y jóvenes centroamericanos entran en las pandillas, porque les ofrecen una alternativa económica y apoyo humano en un contexto caracterizado por la exclusión debido a la falta de trabajo, el abandono por la desintegración familiar y en definitiva por la inseguridad vital que todo eso provoca.
“Lo que buscan estos jóvenes en la mara es cariño, amigos y solidaridad”, señala José Fernández Crespo, Director Educación para el Desarrollo del CESAL, organismo no gubernamental de cooperación internacional, perteneciente a la Coordinadora de Organizaciones no gubernamentales de desarrollo de España.
Más de 200 mil jóvenes de los barrios marginados del Continente forman parte de las pandillas, entre las que figuran las poderosas Mara Salvatrucha y Mara-18, pero hoy se han convertido en verdaderas organizaciones criminales.
En Honduras, por ejemplo, se estima que existen más de 30 mil pandilleros integrados en 500 pandillas, que han sumido al país en un clima generalizado de miedo, asegura el especialista.
“De esta forma, el fenómeno de las maras en Centroamérica constituye una lacra de mayor gravedad que el terrorismo o la misma guerra, al no tener una justificación concreta, ni una solución a medio plazo”, precisa Fernández Crespo.
Y la respuesta de los gobiernos al problema, ha sido de política represiva y control, mas no de trabajo educativo.
Esto se ha llevado a cabo a través de las Leyes Antimaras que, siendo muy similares, han tomado nombres diferentes en cada país como la Ley Antimaras en El Salvador, Plan Escoba en Guatemala u Operación Libertad Azul en Honduras.
Estas leyes han sido fuertemente criticadas por las organizaciones de Derechos Humanos, pues amenaza a los derechos del niño y del adolescente. No prevén acciones de reinserción o prevención, sino duras formulas de represión y cárcel dirigidas a jóvenes en la edad entre 12 y 18 años. Y lo peor aún, entrar a un penal, normalmente controlado por estas pandillas.
La Mara Salvatrucha ha recibido tanta atención que el FBI en Washington DC decidió establecer una unidad especial para combatirla. Brian Truchon, el coordinador de la task force MS-13 reconoce: “La motivación de los jóvenes puede resultar fortalecida por la atención que los medios de comunicación prestan a las pandillas”.
Y es que, en Estados Unidos a principios del 2006 se transmitió el documental televisivo “World’s most dangerous gang”, en español La pandilla más peligrosa del mundo, donde se proyectaron imágenes sangrientas.
Con el paso del tiempo, el FBI ha cambiado su discurso. El año pasado, el director anterior de la unidad, Chris Swecker, todavía insinuó en una entrevista con la cadena televisiva NBC que dentro de la Mara Salvatrucha existía una estructura transnacional: “La MS-13 es una organización criminal internacional. No solo existe en Estados Unidos, sino también en por lo menos cinco países más. Ahora están hasta en Europa”.
En cambio, el director actual, Truchon, admite: “Hemos tratado de descubrir una estructura vertical, pero no pudimos. Lo que vemos son diferentes clicas o células que operan en diferentes partes de Estados Unidos y América Central aplicando métodos similares”.
Pero, para Laura Etcharren, las maras pueden representar una nueva forma de insurgencia. Y con ello, incrementando la violencia en Centroamérica.
“Como emergentes de la pobreza y la marginalidad, las maras, conformaron una subcultura de corte “insurgente” que encontró su ancla en el poder y el terror. A través de las variables de violencia, buscaron y buscan tener todo aquello que no poseen como consecuencia; por un lado, de los antagonismos, y por el otro lado, por el doble efecto que la globalización ha tenido en las sociedades”, justicia la argentina, especialista desde años sobre este tema.
Guatemala, vecino cercano a Chiapas, asegura Etcharren, es uno de los países centroamericanos más afectados por la problemática. “Niños y mujeres se encuentran en la mira”, advierte. Y cita que durante el año 2005, en ese país fueron asesinados más de 500 niños.
“La violencia en Guatemala rebasa cualquier estrato, edad y condición y afecta por igual a niños, adolescentes, mujeres y hombres.”
Como primer elemento, destaca, la limpieza social. “Es muy común escuchar testimonios acerca de niños en bicicleta que de repente son apresados por individuos armados y al otro día son hallados muertos.”
Seguido, los asesinatos cometidos por las maras, que se producen cuando niños y adolescentes se niegan a ser parte integrante de algún grupo.
Y el último, son las extorsiones. “Hay muchos padres de familia, incluso madres solteras, que son amenazadas con matarles a sus hijos al salir de la escuela, si no le entregan cierta cantidad de dinero.”
En este punto, destaca, que los mareros juegan un rol fundamental en el tema de las extorsiones. “De hecho, diariamente, los trabajadores del transporte público son sometidos a los llamados acosos delictivos”, precisa.
El periodista Gastón Pardo, corresponsal de la Red Voltaire en México, ha publicado una investigación sobre el tema. Habla de las preocupaciones de varios países importantes por el peligro que representa la expansión de la Mara Salvatrucha en especial en Estados Unidos y México.
Otro periodista mexicano, Héctor González, afirma que según estadísticas del Centro de Rehabilitación de Chiapas, “el 70 % de los integrantes de las bandas Mara Salvatrucha que se encuentran en las cárceles estatales son de nacionalidad mexicana, a diferencia de hace apenas dos años, eran salvadoreños”.
Es por eso que Laura Etcharren desde Argentina ha lanzado la alerta de la expansión de “Las Maras” en Centroamérica. (Investigaciones Especiales/Zona Costa)
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