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Cecilia Jiménez Sierra, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, explicó que para poder hacer el acitrón los productores cortan completo el cacto.
“Se arranca de la base, se le quitan las costillas con espinas y lo que se utiliza es la pulpa dulce que se encuentra en el centro de la planta. De la pulpa que se obtiene se hace un cocimiento con azúcar”, detalló.
La doctora en Biología con especialidad en Ecología de Zonas Áridas recordó que desde 1994 la biznaga forma parte del catálogo de especies sujetas a protección especial por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
“El problema es que no hay siembra comercial de estas plantas porque no son redituables; su desarrollo es muy lento, nosotros descubrimos que crecen alrededor de uno o dos centímetros por año”, indicó y comentó que las biznagas que hoy se utilizan para hacer acitrón tienen por lo menos 60 años de vida.
Advirtió que hoy es un delito federal extraer, comercializar o comprar algún ejemplar, producto o subproducto de la biznaga. El castigo es una pena de uno a nueve años de prisión y una multa de hasta 164 mil pesos.
La biznaga es una especie exclusiva de México, que se distribuye en el centro y norte del territorio nacional. Aunque no existe un censo completo, muchas de las poblaciones de biznaga ya desaparecieron por el crecimiento de la mancha urbana o por el cambio de uso de suelo, sobre todo para la agricultura.
“Las biznagas se extienden desde Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí, pasan por la zona central del Eje Neovolcánico, en Aguascalientes, Querétaro e Hidalgo; la población se corta y continúa hacia el sur en el estado de Puebla y Oaxaca”, señaló. (Retomado del periódico Excélsior)
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