Angel
Mario Ksheratto
La
suciedad de un alcalde
Heriberto
Mendoza López, salió más malo que el remedio y peor que la enfermedad; en su
descargo ha habido quienes intentan —con razón de por medio— explicar que solo
es víctima de la administración a la que llegó a relevar. Pero él tiene sus
propios pecados. Eso no se le puede negar, por mucho que se quiera tapar el sol
con un dedo. Como administrador de los yerros de su antecesor, no ha podido
limpiar el tiradero. Mucho menos, la ciudad que, se presume, gobierna.
De
ser una ciudad modelo, elegante, atractiva, Tapachula pasó a ser el vertedero
de basura más impactante del sureste del país. No hay calle, callejón, avenida,
boulevard, colonia, barrio, donde la basura no esté presente, con todo y sus
efectos nocivos. Desde escombros de construcciones viejas u obras en mal
estado, hasta desechos tóxicos pueden encontrarse en cualquier esquina de la
ciudad.
Para
el colmo, la autoridad, presidida por Mendoza López, no da muestras de
capacidad para mantener limpia a la ciudad. Según conversaciones con
tapachultecos indignados por la falta de sensibilidad edilicia, han sido
reiterados los llamados para iniciar campañas de limpieza empero el alcalde,
hace oídos sordos y lo que es peor, permite que la acumulación de basura,
crezca desproporcionadamente.
Los
pretextos para dejar que la ciudad se pudra, son variados; van desde quejas por
falta de presupuesto hasta líos sindicales con los que la ciudadanía nada tiene
qué ver.
Y
si a lo anterior aunamos el desbarajuste por obras inconclusas y otras que
fueron mal hechas, podemos decir que Tapachula está en una de sus peores crisis
de los últimos años. Por un lado, como ya anotamos, por la falta de capacidad
de las autoridades y por otro, por la incertidumbre generada por la ausencia de
recursos financieros que, se asegura, fueron desviados deliberadamente.
Para
el colmo, en las últimas semanas, se ha desatado una ola de violencia en la
ciudad, sin precedentes. Los asaltos y asesinatos a plena luz del día y en las
narices de las autoridades, van en aumento. Y no parece ser parte de la cruenta
guerra contra el crimen organizado que se está dando en otras partes de la
república, sino salida de grupúsculos de delincuentes que, ante la debilidad
del gobierno municipal, hacen su agosto en julio.
La
llamada delincuencia común ha crecido ostensiblemente en aquella ciudad. Se han
vuelto comunes los asaltos al transporte público, a comercios, a transeúntes y
a casas habitación. Lo grave es que, ante la falta de rigor, los criminales se
han tornado violentos, al grado que en los últimos hechos de violencia, han
asesinado a inocentes.
Ante
la ola de criminalidad y la ausencia de autoridad moral en Tapachula, es
urgente que las instituciones del estado, retomen el control absoluto de la
ciudad. Si Heriberto Mendoza es incompetente, debe haber métodos para
garantizar la seguridad de los tapachultecos. Y no solo de esa ciudad, sino de
la región, en virtud que desde la frontera con Guatemala, la violencia se ha
recrudecido.
La
inmediata aplicación de acciones preventivas y correctivos ejemplares, es
urgente. No se puede dejar a toda una ciudad, una región, en manos de
criminales y gente sin capacidad para dar certeza a los ciudadanos.
En
caso extremo y aún cuando solo faltan meses para que la actual administración
municipal tapachulteca, deberá ser necesario que el Congreso del Estado de
carta libre al actual alcalde para que asuma el cargo alguien con capacidad y
voluntad. Pero sobre todo, la intervención de la Cámara de Diputados debe ser
para investigar a fondo la falta de recursos para atender los asuntos de la
ciudad.
Es
lo menos que pueden hacer por una ciudadanía que no se merece una autoridad
apática, carente de sentido social y bajo sospecha de hacer mal uso del dinero
público.
Tarjetero
***
Más de mil 200 millones de pesos ha manejado Manuel Andrés López Obrador de
manera ilícita, acusan ahora los priístas. Nos seguimos preguntando para qué
tanto brinco siendo el suelo tan parejo. Para nadie es secreto que todos los
políticos, absolutamente todos, son ladrones, sinvergüenzas. Unos más que
otros, cierto, pero todos viven del dinero de las contribuciones ciudadanas.
Que el PRI se pasó en gastos, puede ser; que MALO también, nadie puede negarlo.
El día que exista un político que no se robe un céntimo, ese día, señores, ¡se
acabará el mundo! Si vemos con seriedad y objetividad las acciones del
derrotado candidato de las izquierdas, podremos preguntarnos de dónde ha sacado
tanto dinero para mantenerse vivo políticamente hablando, en todo el sexenio.
Tal parece que la lucha no es para saber quién es más corrupto, sino tener la
certeza de quién es menos ratero. *** Oswaldo Payá Fariñas, uno de los
opositores más reconocidos de la dictadura castrista en Cuba, murió en un
accidente carretero. Payá fue un líder opositor serio, comprometido. Con él se
van décadas de lucha contra un régimen que no ha querido reconocer los derechos
humanos de los cubanos. Descanse en paz. *** El PRI en Chiapas, en la elección
pasada, logró reposicionarse. Más de 600 mil votos a favor de ese partido hablan
de muchas cosas. Entre éstas, de un trabajo a fondo y discreto de la dirigencia
local que, con todo y los desvaríos durante la contienda interna, logró
reconquistar espacios perdidos. Los números, aunque fríos, dibujan a un PRI
fortalecido, lo cual ha dejado satisfechos a una dirigencia nacional que sigue
inmersa en el debate de conciencia sobre si cambian de verdad o retoman la
senda del pasado. Al menos en Chiapas, algo bueno hicieron que les dejó buenos
dividendos. *** Felipe Granda, alcalde interino de Tuxtla anunció un curso de
verano de marimba. Soy fanático de la marimba. Por eso celebro que las
autoridades incentiven el aprendizaje en la ejecución de dicho instrumento.
Ojalá y los padres de familia acudan con sus hijos para que en el futuro
mediato e inmediato, tengamos nuevas generaciones de ejecutantes de marimba.
*** Cada vez son menos los chavales que asisten a las “megamarchas” del grupo
#Yosoy132. Si acaso, 15 mil en el Zócalo de la ciudad de México donde se
esperaban, decían antes de la manifestación, más de un millón de gentes. Y es
que han perdido credibilidad y confianza. No es para menos. Se contradijeron
tanto y han asumido tantas posturas huecas que ya es imposible que los tomen en
serio. *** Luego nos leemos.
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