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viernes, 3 de septiembre de 2010

Utopía

Javier Figueroa Niño

Sandoval Iñiguez y el Centenario de la Revolución Mexicana

Hacia 1911, en Chiapas se registró un movimiento armado por el cambio de asiento de la capital chiapaneca; el agitador, en nombre de la iglesia católica, un clérigo que a la postre, también agitó el movimiento cristero, por los años 20´s, Allende el Bajío, los Altos de Jalisco y la propia Guadalajara, cuya catedral fue el peldaño para que el “chamula” (así lo apodaron por haber mandado al matadero A LOS PAJARITOS), se convirtiera en Obispo del mismo asiento que, hoy ocupa, el Cardenal sospechoso de delitos graves, entre otros, protegido por la impunidad (cito Rastros de Sangre de Luis Espinosa y México Acribillado de Francisco Martín Moreno). Su nombre Francisco Orozco y Jiménez.
Por eso debemos concederles cierta razón, a quienes se preguntan “qué celebramos de los dos grandes movimientos revolucionarios de la Patria, si al parecer, lo único rescatable que hay de esas gestas, es la reflexión acerca de lo que nos ha pasado y que nos sigue pasando. La disputa del poder a cambio de vidas humanas para diluir el poder público y someter al pueblo al poder de unos cuantos.
Lo que hoy está pasando en las adjetivaciones de ingobernabilidad, inseguridad e impunidad, es la pérdida de la memoria, que nos lleva a la repetición de nuestras tragedias. Por ello la convocatoria a la reflexión.
Retrocedamos un poco en el tiempo, en un ejercicio de repaso de la historia, las crisis de las convulsiones, se nutren de complicidades entre los poderosos; nuestra Historia Nacional, tiene protagonistas y siempre el México de los tiempos, su contraparte o sus demandantes, han sido extranjeros, aliados con tránsfugas nacionales: en la Conquista, el Imperio Español; en la Independencia, la Iglesia Católica; en la Reforma, el Triunvirato, España, Francia e Inglaterra; en la Revolución Mexicana, los excesos de sus gobernantes, auspiciados por intereses económicos extranjeros; la guerra de hoy, provocada por la ambición del poder que se disputan los grupos económicos, dueños de Vidas y Haciendas.
Pero el sospechosismo de la actual administración, se funda en que, a sabiendas de que sabe, a quien hay que vencer, no lo hace; por eso sus detractores, cuando hace intentos de ir, para dar el golpe de timón, se detiene; duda, y entonces, uno se pregunta y al mismo tiempo se responde: si no actúa, si solo se simula, si solo dice, es porque no puede delatar a sus compromisos, a eso nos lleva la falta de definición en la actuación.
Los dilemas de los hombres del poder, debería sustentarse en la valoración de sus fortalezas y de sus aspiraciones; si el actual Presidente, ha vencido a sus detractores en más de una vez, por qué entonces, repara en la valoración de lo que pueda resultar de un golpe contundente? Pasar a la historia como un Presidente más de los que han depredado al pueblo o pasar a la historia, como un Presidente que rompe hegemonías, que mantienen a los mexicanos de rodillas, es abismalmente diferente.

Moraleja:
Las mafias se rompen y se vencen entre sí y no tienen recurso alguno de defensa, porque carecen de fuerza moral y ética. Ejemplos sobran. Quién se apoderó a la fuerza de la Revolución Mexicana, Calles; Quién fue su brazo operador, Obregón; Quién era el Sicario, Luis Napoleón Morones Prieto; A quiénes mataba, a los que estorbaban los planes de abusos y apoderamiento de los Jefes de la Mafia; Quién mató a Obregón, con la complicidad del Chamula, emparentado con la traidora Madre Conchita; Quién rompió con la mafia, Lázaro Cárdenas del Río; Cómo lo hizo: mediante un Ultimátum que no solo rompió con la cadena de asesinatos , sino que mediante una convocatoria Sui Géneris, se lo quitó de encima y la nación recuperó la calma: La fórmula fue sencilla: escoja, le dijo a Calles, en su propio Rancho de Sonora…”Encierro, destierro o entierro”…No lo mató y se rompió la ignominia.
El sospechosismo se puede romper con la misma fórmula, so pena de retroceder lo andado y buscar los mecanismos de la otra Emancipación, como también, si se afloja, le comen el mandado.
De cualquier modo, la regla debe ser: Pegar primero y terminar con el enemigo, porque como el mismo gordo Morones, decía: Si lo dejas herido, regresa y te parte la madre, te mata.
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