Angel Mario Ksheratto
Inmoralidades y derechos
Quien quiera que se asome a las ventanas de nuestra machista sociedad, va a encontrar un rechazo explícito y contundente a las leyes aprobadas por la legislatura del Distrito Federal y avaladas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación: el aborto, las bodas entre personas del mismo sexo y ahora, la adopción de niños por parte de homosexuales y lesbianas. Son derechos, eso es más que claro. Una sociedad en tránsito hacia una democracia —cada vez más utópica—, debe apreciar leyes que protejan los derechos de todos. El problema de fondo es que una vez más, se ratifica la teoría que las leyes y la moral están reñidas y ello ha generado una discusión acalorada, salida de contexto y peligrosamente cercana a la descomposición social que veníamos temiendo desde que las principales instituciones del país entraron a debates poco argumentados y sin el menor de los fundamentos.
Asistimos, no a un debate serio, sino a un encontronazo de intereses que reflejan, de todos modos, la inmoralidad de unos y otros; inmoralidad que destroza las leyes aprobadas y desnuda la ausencia de criterios sólidos que permitan la creación de estatutos confiables, apegados al interés común de los ciudadanos. Si vemos el asunto con la simpleza con que la han visto los protagonistas del combate de patrañas, nos encontraremos con que ninguno tiene la razón; la Suprema Corte, porque no puede avalar una práctica que ataca la moral colectiva. La Iglesia, porque es responsable directa de la desviación sexual de miles de jóvenes que decidieron apegarse al libre albedrío otorgado por Dios. Los políticos, porque éstas, no son más que acciones electoreras, carentes de sentido. Los diputados, de por sí son torpes y aprueban leyes sin siquiera leerlas.
Todos han caído en el ridículo de mostrarse ante los mexicanos como energúmenos, defendiendo lo indefendible. Amenazas, declaraciones sin sentido común, reproches, acusaciones.
En la cuestión de las bodas entre personas del mismo sexo, es su derecho; ya son mayores de edad, saben lo que escogen, lo que les conviene y deberían saber además, las consecuencias de su decisión. Cada uno deberá dar cuentas a Dios, a su familia o a sí mismos. Es su cuento, pues. Y debemos respetarles, estemos o no de acuerdo.
Pero en la adopción de niños por parte de ellos, totalmente en desacuerdo. En primer lugar porque se estaría violando el derecho universal de los niños. ¿Qué garantía tiene un bebé recién nacido de que sus padres adoptivos le vayan a dar una vida digna, apegada las normas morales del resto de los seres humanos? ¿Cómo va a reaccionar cuando, a cierta edad descubra que no tiene una mamá, un papá y hermanos normales, como el resto de sus amigos? ¿Quién será el responsable de las consecuencias psicológicas que atraiga ese niño? ¿Con qué derecho se le privó de una familia normal?
Si la adopción fuere entre dos lesbianas, no podría haber mayor problema porque finalmente, el instinto maternal afloraría y el golpe moral y psicológico para el indefenso niño sometido a un destino sin su consentimiento, sería menor. En el caso de una adopción entre dos homosexuales, ¡no quisiera imaginarme la desdicha del niño!
En eso no pensaron ni diputados ni ministros. Les valió un sorbete poner en riesgo la vida e integridad moral de menores de edad. Yendo lejos en la interpretación de las leyes, éstos —los ministros, diputados y el propio Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard— deberían ser juzgados por el delito de exposición de menores a riesgos diversos y perversión de menores.
Nadie, absolutamente nadie, garantiza que un homosexual, no vaya a criar a un niño para posteriormente, hacerlo su amante. De esos, verán que cientos de casos surgirán en unos años, cuando los bebés adoptados, estén en condiciones físicas de responder sexualmente. Terrible lo que está sucediendo.
En cuanto a la Iglesia, sus jerarcas deberían quedarse con el pico cerrado. Apostaría a que muchos de los jóvenes que ahora son homosexuales, fueron víctimas de curas pederastas. Son, quieran o no admitirlo, creación suya y por tanto, ninguna autoridad moral tienen para levantar la voz. No, por lo menos hasta que no castiguen como debe ser, a los sacerdotes que desviaron la conducta sexual de cientos de niños, hoy en condiciones de mostrar su rebeldía, casándose entre ellos. En lugar de gritar, deberían hincarse y pedir perdón a Dios por haber descuidado y maltratado a esas ovejas ahora, según ellos, descarriadas y pecadoras. Así de sencillo, señores, no podemos ahogarnos en un vasito de agua.
Tarjetero
*** Viendo la inmejorable caricatura del excelente caricaturista, mi amigo, compadre y colega Enrique Alfaro Santos, respecto a los tremendos hoyancos que abundan en la capital de Chiapas, se me ocurre que quizá ello explique las razones de tanto bache: somos una tierra de conejos y como sabrán, éstos, se la pasan abriendo hoyos. No hay entonces, razón para exigirle al señor Jaime Vals Esponda, solucione el problema. Él debe conservar la naturaleza del nombre de Tuxtla. Puede seguir —el Edil— con su mamitis, dejando a la ciudad en el completo abandono en que siempre la ha tenido. Total, ya se va. Y su gran obra, serán los hoyos. ¡Excelente alcalde! ¡Que repita! ¡Que repita! Otros dos trienios y no necesitaremos cavar tumbas para nuestros muertos. Cualquier bache será bueno, ya sea para sepultarnos o matarnos de un trancazo. Buena contribución de Jaimito al control de la explosión demográfica. No tendremos otro como él. Eso sin duda. *** Frase escuchada al equipo de trabajo de Emmanuel Nivón, alcalde electo-espurio de Tapachula: “Vamos por el año ocho meses; pendejo el que no aproveche”. O sea, desde ahora, anuncian el saqueo del erario. Pablistas tenían qué ser. Ladrones como su protector. *** Hilda Luisa Valdemar y Limón, es la nueva presidenta del la Federación de Asociaciones de Periodistas de la República Mexicana. Enhorabuena. Por cierto, en la Asamblea Nacional de la FAPERMEX, ingresó como nuevo miembro, la Asociación de Comentaristas Deportivos, que encabeza el buen y famoso Matador. *** Luego nos leemos.
ksheratto@hotmail.com
ksheratto@gmail.com
http://ksheratto.blogspot.com
Inmoralidades y derechos
Quien quiera que se asome a las ventanas de nuestra machista sociedad, va a encontrar un rechazo explícito y contundente a las leyes aprobadas por la legislatura del Distrito Federal y avaladas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación: el aborto, las bodas entre personas del mismo sexo y ahora, la adopción de niños por parte de homosexuales y lesbianas. Son derechos, eso es más que claro. Una sociedad en tránsito hacia una democracia —cada vez más utópica—, debe apreciar leyes que protejan los derechos de todos. El problema de fondo es que una vez más, se ratifica la teoría que las leyes y la moral están reñidas y ello ha generado una discusión acalorada, salida de contexto y peligrosamente cercana a la descomposición social que veníamos temiendo desde que las principales instituciones del país entraron a debates poco argumentados y sin el menor de los fundamentos.
Asistimos, no a un debate serio, sino a un encontronazo de intereses que reflejan, de todos modos, la inmoralidad de unos y otros; inmoralidad que destroza las leyes aprobadas y desnuda la ausencia de criterios sólidos que permitan la creación de estatutos confiables, apegados al interés común de los ciudadanos. Si vemos el asunto con la simpleza con que la han visto los protagonistas del combate de patrañas, nos encontraremos con que ninguno tiene la razón; la Suprema Corte, porque no puede avalar una práctica que ataca la moral colectiva. La Iglesia, porque es responsable directa de la desviación sexual de miles de jóvenes que decidieron apegarse al libre albedrío otorgado por Dios. Los políticos, porque éstas, no son más que acciones electoreras, carentes de sentido. Los diputados, de por sí son torpes y aprueban leyes sin siquiera leerlas.
Todos han caído en el ridículo de mostrarse ante los mexicanos como energúmenos, defendiendo lo indefendible. Amenazas, declaraciones sin sentido común, reproches, acusaciones.
En la cuestión de las bodas entre personas del mismo sexo, es su derecho; ya son mayores de edad, saben lo que escogen, lo que les conviene y deberían saber además, las consecuencias de su decisión. Cada uno deberá dar cuentas a Dios, a su familia o a sí mismos. Es su cuento, pues. Y debemos respetarles, estemos o no de acuerdo.
Pero en la adopción de niños por parte de ellos, totalmente en desacuerdo. En primer lugar porque se estaría violando el derecho universal de los niños. ¿Qué garantía tiene un bebé recién nacido de que sus padres adoptivos le vayan a dar una vida digna, apegada las normas morales del resto de los seres humanos? ¿Cómo va a reaccionar cuando, a cierta edad descubra que no tiene una mamá, un papá y hermanos normales, como el resto de sus amigos? ¿Quién será el responsable de las consecuencias psicológicas que atraiga ese niño? ¿Con qué derecho se le privó de una familia normal?
Si la adopción fuere entre dos lesbianas, no podría haber mayor problema porque finalmente, el instinto maternal afloraría y el golpe moral y psicológico para el indefenso niño sometido a un destino sin su consentimiento, sería menor. En el caso de una adopción entre dos homosexuales, ¡no quisiera imaginarme la desdicha del niño!
En eso no pensaron ni diputados ni ministros. Les valió un sorbete poner en riesgo la vida e integridad moral de menores de edad. Yendo lejos en la interpretación de las leyes, éstos —los ministros, diputados y el propio Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard— deberían ser juzgados por el delito de exposición de menores a riesgos diversos y perversión de menores.
Nadie, absolutamente nadie, garantiza que un homosexual, no vaya a criar a un niño para posteriormente, hacerlo su amante. De esos, verán que cientos de casos surgirán en unos años, cuando los bebés adoptados, estén en condiciones físicas de responder sexualmente. Terrible lo que está sucediendo.
En cuanto a la Iglesia, sus jerarcas deberían quedarse con el pico cerrado. Apostaría a que muchos de los jóvenes que ahora son homosexuales, fueron víctimas de curas pederastas. Son, quieran o no admitirlo, creación suya y por tanto, ninguna autoridad moral tienen para levantar la voz. No, por lo menos hasta que no castiguen como debe ser, a los sacerdotes que desviaron la conducta sexual de cientos de niños, hoy en condiciones de mostrar su rebeldía, casándose entre ellos. En lugar de gritar, deberían hincarse y pedir perdón a Dios por haber descuidado y maltratado a esas ovejas ahora, según ellos, descarriadas y pecadoras. Así de sencillo, señores, no podemos ahogarnos en un vasito de agua.
Tarjetero
*** Viendo la inmejorable caricatura del excelente caricaturista, mi amigo, compadre y colega Enrique Alfaro Santos, respecto a los tremendos hoyancos que abundan en la capital de Chiapas, se me ocurre que quizá ello explique las razones de tanto bache: somos una tierra de conejos y como sabrán, éstos, se la pasan abriendo hoyos. No hay entonces, razón para exigirle al señor Jaime Vals Esponda, solucione el problema. Él debe conservar la naturaleza del nombre de Tuxtla. Puede seguir —el Edil— con su mamitis, dejando a la ciudad en el completo abandono en que siempre la ha tenido. Total, ya se va. Y su gran obra, serán los hoyos. ¡Excelente alcalde! ¡Que repita! ¡Que repita! Otros dos trienios y no necesitaremos cavar tumbas para nuestros muertos. Cualquier bache será bueno, ya sea para sepultarnos o matarnos de un trancazo. Buena contribución de Jaimito al control de la explosión demográfica. No tendremos otro como él. Eso sin duda. *** Frase escuchada al equipo de trabajo de Emmanuel Nivón, alcalde electo-espurio de Tapachula: “Vamos por el año ocho meses; pendejo el que no aproveche”. O sea, desde ahora, anuncian el saqueo del erario. Pablistas tenían qué ser. Ladrones como su protector. *** Hilda Luisa Valdemar y Limón, es la nueva presidenta del la Federación de Asociaciones de Periodistas de la República Mexicana. Enhorabuena. Por cierto, en la Asamblea Nacional de la FAPERMEX, ingresó como nuevo miembro, la Asociación de Comentaristas Deportivos, que encabeza el buen y famoso Matador. *** Luego nos leemos.
ksheratto@hotmail.com
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