Javier Figueroa Niño
La obesidad en México, un asunto político.
Parece simple abordar el tema de la obesidad visto desde la obligatoriedad escolar de practicar 30 minutos diarios de ejercicio físico para prevenir padecimientos de sobrepeso, como lo dispuso el pleno de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión aquí en México. Sin embargo, el tema es más amplio de lo que parece. Hay voces que sugieren que con ese punto de acuerdo, los diputados resuelven el asunto de la obesidad de raíz. Por fin, por primera vez en la historia de nuestro país, los diputados en pleno, sin importar colores partidistas, coinciden para que desde las escuelas se ataque y se resuelva un problema de salud que no está en manos de los maestros y maestras, sino en el sistema social que va más allá del espacio educativo para poder atender y resolver.
Wikipedia define a la obesidad como una enfermedad en la cual las reservas naturales de energía, almacenadas en el tejido adiposo de los humanos y otros mamíferos, se incrementa hasta un punto donde se asocia con ciertas condiciones de salud que lleva a un incremento de la mortalidad. Esta condición física convierte en potencial, al que la padece, para tener enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión arterial y algunas formas de cáncer; además de conllevar a padecimientos cardiovasculares, gastrointestinales, diabéticos, osteoarticulares, lo que la ha convertido en un serio problema de salud pública.
Reducir a la comida chatarra que se vende en las escuelas como la causa principal de la obesidad infantil y a la que hay que combatir, nos parece una actitud simplista de los diputados federales. La obesidad puede tener su origen en una alimentación excesiva o causada también por alteraciones metabólicas de la persona, en el que los médicos explican, además, que los genes, el ambiente, el sedentarismo, son condicionantes básicos implicados en este asunto. Por eso el tratamiento que ordenan nuestros legisladores como regla para acabar con esta enfermedad, no resuelve el fondo del asunto. En la mayoría de niños que actualmente padecen de obesidad, puede ser porque en la familia existe el hábito al tabaco, hipertensión e historia de los padres, así como diferentes condiciones económicas que tipifican la alimentación que los menores reciban antes y después de ir a las escuelas. Eso podría explicar en parte la condición de esos niños.
Pero el asunto es fácil. Ya los diputados dispusieron como “obligatoriedad escolar de practicar 30 minutos diarios de ejercicio físico para prevenir padecimientos de sobrepeso u obesidad que ponen en peligro la salud física y mental de los menores”. Señala el acuerdo, que “corresponde a las autoridades sanitarias establecer las normas oficiales mexicanas para proteger la salud del educando y de la comunidad escolar, procurando que los alimentos expendidos en las escuelas tengan un mayor aporte nutricional, además de evitar los alimentos procesados con altos índices de grasas y azúcares simples”. Un problema de salud nacional ha sido resuelto con ocho líneas aprobadas en pleno por la Cámara de Diputados.
Parece que entre los legisladores hace falta asesoría en materia de salud pública. Ante un problema considerado como número uno, no se tuvo el cuidado de llevar a cabo consultas ciudadanas o cuando menos de los sectores implicados: los propios maestros, el SNTE, la SEP, las asociaciones de padres de familia, especialistas en nutrición y en salud. ¿Cuánto reciben los diputados para pago de asesoría en temas que ellos desconocen y que solo aprueban con apretar un botón desde sus curules?
Si otra cosa no sucede, nuestros hijos y nietos deberán entonces realizar 30 minutos diarios de ejercicio físico. No importa si ellos no están gorditos. El acuerdo obliga a todos los alumnos, flacos, gorditos, desnutridos, estresados por problemas en el hogar, anémicos, con parásitos, pobres, ricos, a realizar sus 30 minutos diarios, al margen supongo, del tiempo distribuido a la clase de educación física que tradicionalmente se viene impartiendo. Si estuviera equivocado y solo se aplica a los gorditos, me imagino las burlas de los otros. Aquí está otro problema: los apodos de escuela jamás se lo quita uno.
No está demás observar que la mayoría de nuestras escuelas no cuentan con la infraestructura física adecuada para llevar a cabo ejercicios generales de la población escolar; además no cuentan con especialistas en nutrición o médicos pediatras asignados para atender contingencias como desmayos o para medir las calorías en el consumo de alimentos ricos en nutrición si es que hay en las escuelas.
El tema de la obesidad parece que ha sido tomado más como una afrenta al SNTE más que a atender y resolver un asunto de salud pública. En medio de todo esto está la figura de Elba Esther Gordillo. No olvidemos que viene el 2012, año en el que habrán elecciones para gobierno federal y locales en varios estados del país. Los grandes partidos tienen sus apuestas, pero los pequeños partidos hoy por hoy definen con sus alianzas sus resultados. Parece que ése es el asunto. Al meter el asunto de la obesidad como un problema de la escuela, al margen de sus orígenes y consecuencias sociales, económicas y políticas, al final será la escuela y los maestros, en su mayoría afin a Elba Esther Gordillo, los culpables de un mal cuyo origen no está en la escuela, sino en una estrategia más de allá de un simple acuerdo de curules.
El asunto del combate a la obesidad es serio y no tan simple como parece. Tan el acuerdo es más perverso que de origen busca meterse en la vida íntima de las personas al obligarlas a acatar una disposición por decreto, como si esta enfermedad no fuera producto de lo genético y lo social, lo económico y lo político. Es una orden de los diputados a los niños a bajar de peso solo porque será más costoso que el sistema pueda atenderlos en su vida adulta y con muchos males y padecimientos.
La inseguridad, el miedo, la desesperanza, la falta de empleo, también aumentan a lo mejor más rápido que la obesidad. Hay quienes creen que la obesidad es producto en algunos casos del estrés que genera andar en las calles de sus colonias o barrios en muchos estados del país, pensando si hoy les tocará asalto, violación o muerte. En el acuerdo legislativo, las grandes empresas productoras de alimentos chatarras no se les tocan con una sola coma. Luego entonces esos alimentos seguirán estando en la tiendita frente a las escuelas y en la esquina de la cuadra, donde lo mejor, si realmente la causa de la obesidad son los alimentos chatarras y la falta de ejercicio, debieron sacarlos totalmente de circulación.
Parece que en México nos falta entender que un problema no se resuelve confrontando a unos con otros, si no con la capacidad de ponernos de acuerdo en asuntos básicos de la convivencia y desarrollo humano, social, político y económico. Debemos combatir los orígenes de la obesidad en México, no a los mexicanos por la desgracia de ser obesos. No se resuelve estigmatizando y odiando. HASTA EL SIGUIENTE COMENTARIO.
Mi correo es : javierfigueroa2005@yahoo.com.mx
La obesidad en México, un asunto político.
Parece simple abordar el tema de la obesidad visto desde la obligatoriedad escolar de practicar 30 minutos diarios de ejercicio físico para prevenir padecimientos de sobrepeso, como lo dispuso el pleno de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión aquí en México. Sin embargo, el tema es más amplio de lo que parece. Hay voces que sugieren que con ese punto de acuerdo, los diputados resuelven el asunto de la obesidad de raíz. Por fin, por primera vez en la historia de nuestro país, los diputados en pleno, sin importar colores partidistas, coinciden para que desde las escuelas se ataque y se resuelva un problema de salud que no está en manos de los maestros y maestras, sino en el sistema social que va más allá del espacio educativo para poder atender y resolver.
Wikipedia define a la obesidad como una enfermedad en la cual las reservas naturales de energía, almacenadas en el tejido adiposo de los humanos y otros mamíferos, se incrementa hasta un punto donde se asocia con ciertas condiciones de salud que lleva a un incremento de la mortalidad. Esta condición física convierte en potencial, al que la padece, para tener enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión arterial y algunas formas de cáncer; además de conllevar a padecimientos cardiovasculares, gastrointestinales, diabéticos, osteoarticulares, lo que la ha convertido en un serio problema de salud pública.
Reducir a la comida chatarra que se vende en las escuelas como la causa principal de la obesidad infantil y a la que hay que combatir, nos parece una actitud simplista de los diputados federales. La obesidad puede tener su origen en una alimentación excesiva o causada también por alteraciones metabólicas de la persona, en el que los médicos explican, además, que los genes, el ambiente, el sedentarismo, son condicionantes básicos implicados en este asunto. Por eso el tratamiento que ordenan nuestros legisladores como regla para acabar con esta enfermedad, no resuelve el fondo del asunto. En la mayoría de niños que actualmente padecen de obesidad, puede ser porque en la familia existe el hábito al tabaco, hipertensión e historia de los padres, así como diferentes condiciones económicas que tipifican la alimentación que los menores reciban antes y después de ir a las escuelas. Eso podría explicar en parte la condición de esos niños.
Pero el asunto es fácil. Ya los diputados dispusieron como “obligatoriedad escolar de practicar 30 minutos diarios de ejercicio físico para prevenir padecimientos de sobrepeso u obesidad que ponen en peligro la salud física y mental de los menores”. Señala el acuerdo, que “corresponde a las autoridades sanitarias establecer las normas oficiales mexicanas para proteger la salud del educando y de la comunidad escolar, procurando que los alimentos expendidos en las escuelas tengan un mayor aporte nutricional, además de evitar los alimentos procesados con altos índices de grasas y azúcares simples”. Un problema de salud nacional ha sido resuelto con ocho líneas aprobadas en pleno por la Cámara de Diputados.
Parece que entre los legisladores hace falta asesoría en materia de salud pública. Ante un problema considerado como número uno, no se tuvo el cuidado de llevar a cabo consultas ciudadanas o cuando menos de los sectores implicados: los propios maestros, el SNTE, la SEP, las asociaciones de padres de familia, especialistas en nutrición y en salud. ¿Cuánto reciben los diputados para pago de asesoría en temas que ellos desconocen y que solo aprueban con apretar un botón desde sus curules?
Si otra cosa no sucede, nuestros hijos y nietos deberán entonces realizar 30 minutos diarios de ejercicio físico. No importa si ellos no están gorditos. El acuerdo obliga a todos los alumnos, flacos, gorditos, desnutridos, estresados por problemas en el hogar, anémicos, con parásitos, pobres, ricos, a realizar sus 30 minutos diarios, al margen supongo, del tiempo distribuido a la clase de educación física que tradicionalmente se viene impartiendo. Si estuviera equivocado y solo se aplica a los gorditos, me imagino las burlas de los otros. Aquí está otro problema: los apodos de escuela jamás se lo quita uno.
No está demás observar que la mayoría de nuestras escuelas no cuentan con la infraestructura física adecuada para llevar a cabo ejercicios generales de la población escolar; además no cuentan con especialistas en nutrición o médicos pediatras asignados para atender contingencias como desmayos o para medir las calorías en el consumo de alimentos ricos en nutrición si es que hay en las escuelas.
El tema de la obesidad parece que ha sido tomado más como una afrenta al SNTE más que a atender y resolver un asunto de salud pública. En medio de todo esto está la figura de Elba Esther Gordillo. No olvidemos que viene el 2012, año en el que habrán elecciones para gobierno federal y locales en varios estados del país. Los grandes partidos tienen sus apuestas, pero los pequeños partidos hoy por hoy definen con sus alianzas sus resultados. Parece que ése es el asunto. Al meter el asunto de la obesidad como un problema de la escuela, al margen de sus orígenes y consecuencias sociales, económicas y políticas, al final será la escuela y los maestros, en su mayoría afin a Elba Esther Gordillo, los culpables de un mal cuyo origen no está en la escuela, sino en una estrategia más de allá de un simple acuerdo de curules.
El asunto del combate a la obesidad es serio y no tan simple como parece. Tan el acuerdo es más perverso que de origen busca meterse en la vida íntima de las personas al obligarlas a acatar una disposición por decreto, como si esta enfermedad no fuera producto de lo genético y lo social, lo económico y lo político. Es una orden de los diputados a los niños a bajar de peso solo porque será más costoso que el sistema pueda atenderlos en su vida adulta y con muchos males y padecimientos.
La inseguridad, el miedo, la desesperanza, la falta de empleo, también aumentan a lo mejor más rápido que la obesidad. Hay quienes creen que la obesidad es producto en algunos casos del estrés que genera andar en las calles de sus colonias o barrios en muchos estados del país, pensando si hoy les tocará asalto, violación o muerte. En el acuerdo legislativo, las grandes empresas productoras de alimentos chatarras no se les tocan con una sola coma. Luego entonces esos alimentos seguirán estando en la tiendita frente a las escuelas y en la esquina de la cuadra, donde lo mejor, si realmente la causa de la obesidad son los alimentos chatarras y la falta de ejercicio, debieron sacarlos totalmente de circulación.
Parece que en México nos falta entender que un problema no se resuelve confrontando a unos con otros, si no con la capacidad de ponernos de acuerdo en asuntos básicos de la convivencia y desarrollo humano, social, político y económico. Debemos combatir los orígenes de la obesidad en México, no a los mexicanos por la desgracia de ser obesos. No se resuelve estigmatizando y odiando. HASTA EL SIGUIENTE COMENTARIO.
Mi correo es : javierfigueroa2005@yahoo.com.mx
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