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México, DF. Octubre 16.- Para algunos, ser naco es grafitear paredes ajenas; tener un BMW X6 y estacionarlo en la banqueta; irle al América; tomar el pesero a mitad de la calle; gritarle a una mujer desconocida mientras camina, “¡mamacita!” ; ser fan del Pandashow o escuchar a todo volumen a Valentín Elizalde en el coche, pero para otros eso es sólo una cuestión de gustos que, quizá por ser de nacos, jamás lo harían.
“El naco se exhibe, no es agresivo, pero rebasa las normas, concibe su propio mundo, donde no es necesario ser refinado”, señala el sociólogo del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM Héctor Castillo Berthier, quien, para explicar el concepto de naco, no pudo evitar retomar el término fresa, tan común en la actualidad, a quien describe como su opuesto, como una gente modosita que respeta las normas y tradiciones, y que no está decidida a salirse de los cánones de convivencia social armónica y pacífica.
De tal forma que para el sociólogo lo naco se trata más de una actitud o de una forma de ser que de un sustantivo o un adjetivo como lo indica la Real Academia Española donde el término ya es reconocido.
Pero sustantivo o adjetivo, en lo que coinciden los especialistas es en que es una manera de distinción.
Para Carlos Monsiváis, en su ensayo La Cultura en México, ser naco va más allá de una simple ubicación socioeconómica y define el término “como una anulación de lo totonaco, alguien de sangre y apariencia indígena sin posibilidades de ocultamiento”. Para el escritor el término es inherente a la raza, hecho que si bien con los años no ha cambiado sí ha sufrido una transformación, saltando del terreno del racismo del clasismo.
“Ahora ser naco es chido, se ha dado una hibridación cultural. El lenguaje de los nacos se ha convertido en el de las clases medias altas, lo naco ya es una forma de identificación que adopta ‘la gente bien’ o los no nacos, para ser diferente”, comenta el investigador.
Ahora ir a las luchas es chic más que naco, al igual que escuchar música banda o asistir a lugares calificados como arrabaleros, pero quizá ser naco es “chido” cuando se trata sólo de gustos o formas de expresión y no de comportamiento.
Decirle a alguien naco es una forma de insulto, definido por los sociólogos como “una estigmatización peyorativa que por lo regular se ha utilizado para describir a las clases sociales bajas. Actualmente se vincula con la educación y con la forma de consumo.
Para Juan Abelardo Hernández Franco, doctor en filosofía e investigador de la Universidad Panamericana, el poder económico es el que está haciendo las diferencias en la concepción del término. “Las castas han sido desplazadas. El indígena deja de ser el naco, pues por su cultura es alguien respetable, pero el que no tiene educación y puede hacer dinero, es naco, porque su poder adquisitivo para consumir no está sustentado por necesidades reales.”
Para ejemplificar lo anterior, el filósofo recordó el personaje del Pirruris interpretado por Luis de Alba, que, asegura, es lo más parecido a la persona que se estigmatiza como naco, y que, sin ofender, dice, hay muchos a quienes les podría quedar el saco dado el poder que tiene el consumo sobre los individuos.
“El Pirruris es alguien que tiene la posibilidad de consumir algo que no sabe usar, por ejemplo, hoy tendría un iPhone y nada más lo sabría marcar. Alguien que adquiere económicamente algo, pero no tiene la capacidad intelectual para utilizarlo, aquella persona cuya cultura es rebasada por el consumo”, indicó.
Es entonces como la cultura y la educación juegan un papel protagónico en el ser o no ser naco, donde su antagonista más que el “fresa” sería el intelectual, quien a decir de Hernández Franco sabe restringir su consumo a sus necesidades. “Una persona denominada como culta no requeriría un auto último modelo para transportarse de su casa al trabajo, menos cuando éste se encuentra a dos cuadras, lo más probable es que usaría el transporte público, o caminaría, pues además en su mente estaría el proteger el medio ambiente”.
Esta concepción de lo naco, podría arrastrarnos a más de uno puesto que, si se trata de gustos, todos tenemos costumbres poco refinadas, por lo que quizá como señala Berthier “de nacos todos tenemos un poco”, y la discriminación racial, social, económica o de clases es hoy en día una clara muestra de falta de educación, que de manera automática nos puede convertir en un auténtico “naco”. (Retomado del periódico Excélsior)
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