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México, DF. Octubre 02.- Justo a los 68 días de iniciado el movimiento estudiantil, a las 18:10 horas del 2 de octubre, los concurrentes al mitin, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, fueron atrapados en un cerco de agentes policíacos y militares vestidos de civil, de tropas del ejército mexicanos en uniformes de combate y de un cruce de balas que surgieron poco después de que luces de bengala iluminaran el cielo. Todas las fuentes señalan que el dispositivo de seguridad ocupó a unos 5 mil elementos de tropa y otros uniformados. Fue una masacre.
El movimiento de julio-noviembre de 1968, en el terreno político, fue una gesta protagonizada por los estudiantes de educación media y superior en demanda de libertades ciudadanas, reconocidas por la Constitución de la República pero vulneradas cotidianamente por el gobierno mexicano; fue una lucha pacífica, legal y abierta, que vivió episodios de violencia provocados por las fuerzas de policía y del ejército.
El programa del movimiento, el Pliego de los Seis Puntos, era puntual y viable: deslinde de responsabilidades por la represión; destitución de jefes policíacos y del servicio secreto; desaparición del cuerpo de granaderos; libertad a los presos políticos; derogación de los artículos penales de disolución social; indemnización a los familiares de los muertos y heridos.
Los estudiantes del 68 y los profesores que los acompañaron, se enfrentaron a la hostilidad gubernamental que desembocó en la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco y el encarcelamiento de cientos de activistas, muchos de los cuales pasaron más de dos años en prisión. La represión que sufrieron no fue responsabilidad de un solo hombre: Gustavo Díaz Ordaz, presidente de la República. Lo acompañaron en esta determinación y respaldaron todos los funcionarios principales:
El secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez; el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán; el regente de la ciudad de México, Alfonso Corona del Rosal; el procurador General de la República, Julio Sánchez Vargas; el procurador de Justicia del DF, Gilberto Suárez Torres; el presidente nacional del PRI, Alfonso Martínez Domínguez; el eterno líder de la CTM, Fidel Velázquez Sánchez; todos los gobernadores de los estados, etc., etc.
La maquinaria política y las mentalidades de entonces estaban dispuestas y montadas para la represión. La secundaban y avalaban los supuestos partidos de oposición leal: el Partido Popular Socialista (PPS) de Vicente Lombardo Toledano; el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) del General Juan Barragán Rodríguez, y el Partido Acción Nacional (PAN), jefaturado en ese momento por Adolfo Christlieb Ibarrola.
Apoyaban también al gobierno los banqueros y empresarios, los señores de la prensa escrita, de la radio y de la televisión e importantes parcelas de la sociedad mexicana de mentalidad muy conservadora. Sobre los estudiantes en lucha cayó el autoritarismo e intolerancia predominantes, el stablishment.
Este año se cumplen cuarenta años del significativo 68. Número emblemático para los sueños y las utopías de aquellos años y de ahora. Repasar los acontecimientos, mirarlos con detenimiento desde el presente para encontrar mejores caminos para el futuro, si los hay. Para eso revisamos ese año que sobresale en la historia reciente de Occidente y particularmente, la de México. Entonces, los jóvenes salieron a la calle a exigir respeto, libertad, mejoras. ¿Qué se alcanzó de todo ello? ¿Cuáles son los pendientes? (De Las Agencias)
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