México, DF. Septiembre 07.- En 1902, nuestro país sufrió una epidemia de viruela; en 1918 un brote de influenza “española”; para mediados del siglo XX se registraron mil 100 casos de poliomielitis y en fecha más reciente dos brotes de sarampión; sin olvidar el virus de influenza A H1N1 en abril de este año.
Pero éstas no han sido las epidemias más fuertes. La corrupción, la violencia y la drogadicción, consideradas enfermedades sociales, son los virus que los mexicanos han padecido por varios años.
No nacen de un microorganismo, no se curan con una cuarentena, ni existen recetas médicas, pero sí mantienen a la población en un cerco e histeria social.
Para el epidemiólogo Samuel Ponce de León, quien recién escribió una novela donde relata un atentado bacterial en la Ciudad de México, las epidemias de microorganismos y las sociales son fenómenos simultáneos: “la crisis biológica genera el caos social”.
El doctor en medicina por la Universidad Nacional Autónoma de México rechaza que se puedan separar las plagas de bacterias de los conflictos sociales, pues la presencia de algún virus coincide con periodos de escasez de alimento, pérdida de empleos o inestabilidad económica.
“Ambos tipos de epidemias resultan ser problemas graves. Sería difícil separar una de la otra, porque son situaciones que se viven simultáneamente y darle a una un peso mayor sería poco realista aun en la ficción”, comentó.
Lo cierto es que las plagas sociales tienen mayor repercusión, tan sólo en 2007 México obtuvo el puesto 63 y el calificativo de “débil o muy débil” en gobernabilidad, en el Informe Global sobre Integridad, de la Organización de Estados Americanos.
Para el especialista los padecimientos bacteriales son menos “evidentes” que los sociales; aunque ésto no reduce su gravedad.
En el libro Carpe Diem (UNAM, 2009), la novela de Ponce de León, describe una Ciudad de México estratégica para sembrar una nueva enfermedad, envuelta en una cortina de humo de malas explicaciones para convertirse en el blanco del terrorismo biológico y la plataforma para atacar al vecino del norte.
Ello viene acompañado de grandes problemas políticos-sociales: desarrollados en un escenario de crisis financiera y sobrepoblación.
“Enfrentamos a la negligencia, la corrupción y una epidemia de asesinatos, crimen, violencia que hace de nuestro país un blanco fácil para la experimentación bioterrorista”, dijo.
Por ello, aunque el relato del investigador nace de la ficción, es un reflejo claro de la crisis social. “Más que ser una descripción microbiológica, es la descripción de un personaje y la sociedad que lo rodea a partir de conflictos de carácter familiar y con la población, situaciones graves que se pueden detener con una serie de mecanismos de prevención”, dijo. (Retomado del periódico Excélsior)
Pero éstas no han sido las epidemias más fuertes. La corrupción, la violencia y la drogadicción, consideradas enfermedades sociales, son los virus que los mexicanos han padecido por varios años.
No nacen de un microorganismo, no se curan con una cuarentena, ni existen recetas médicas, pero sí mantienen a la población en un cerco e histeria social.
Para el epidemiólogo Samuel Ponce de León, quien recién escribió una novela donde relata un atentado bacterial en la Ciudad de México, las epidemias de microorganismos y las sociales son fenómenos simultáneos: “la crisis biológica genera el caos social”.
El doctor en medicina por la Universidad Nacional Autónoma de México rechaza que se puedan separar las plagas de bacterias de los conflictos sociales, pues la presencia de algún virus coincide con periodos de escasez de alimento, pérdida de empleos o inestabilidad económica.
“Ambos tipos de epidemias resultan ser problemas graves. Sería difícil separar una de la otra, porque son situaciones que se viven simultáneamente y darle a una un peso mayor sería poco realista aun en la ficción”, comentó.
Lo cierto es que las plagas sociales tienen mayor repercusión, tan sólo en 2007 México obtuvo el puesto 63 y el calificativo de “débil o muy débil” en gobernabilidad, en el Informe Global sobre Integridad, de la Organización de Estados Americanos.
Para el especialista los padecimientos bacteriales son menos “evidentes” que los sociales; aunque ésto no reduce su gravedad.
En el libro Carpe Diem (UNAM, 2009), la novela de Ponce de León, describe una Ciudad de México estratégica para sembrar una nueva enfermedad, envuelta en una cortina de humo de malas explicaciones para convertirse en el blanco del terrorismo biológico y la plataforma para atacar al vecino del norte.
Ello viene acompañado de grandes problemas políticos-sociales: desarrollados en un escenario de crisis financiera y sobrepoblación.
“Enfrentamos a la negligencia, la corrupción y una epidemia de asesinatos, crimen, violencia que hace de nuestro país un blanco fácil para la experimentación bioterrorista”, dijo.
Por ello, aunque el relato del investigador nace de la ficción, es un reflejo claro de la crisis social. “Más que ser una descripción microbiológica, es la descripción de un personaje y la sociedad que lo rodea a partir de conflictos de carácter familiar y con la población, situaciones graves que se pueden detener con una serie de mecanismos de prevención”, dijo. (Retomado del periódico Excélsior)
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